EL CONEJO

El conejo de monte o silvestre pertenece a la familia Leporidae (liebres y conejos). La especie parece haberse originado durante el Pleistoceno Medio en el sureste peninsular.

Su amplia distribución, abundancia y tamaño hace que en la Península Ibérica existan más de 40 especies de aves y mamíferos que depredan sobre él, siendo la presa principal de especies emblemáticas y endémicas de la Península como son el lince ibérico y el águila imperial ibérica. Además, dada su abundancia y la excelente calidad de su carne, el conejo ha sido y es consumido de manera habitual por el hombre constituyendo históricamente la pieza más común de caza menor en España y Portugal.

El conejo es un auténtico “ingeniero de ecosistemas”, tanto por su acción mecánica al excavar madrigueras o vivares, como por su papel fundamental en la modificación y alteración de la estructura de pasto y matorral.

Asimismo, contribuye con sus excrementos a mejorar la calidad del suelo y actuando como elemento dispersante de semillas. Por ello, el conejo silvestre está considerado una especie clave multifuncional en el ecosistema mediterráneo de la Península Ibérica, dada su importancia y rol en el mismo, bien como presa, como modificador del paisaje o como dispersante de semillas.

ALIMENTACIÓN

El conejo es un herbívoro que varía su alimentación en función de las características del medio. En su dieta incluye plantas verdes o secas, raíces, especies arbustivas e incluso hojas y cortezas. Para alcanzar su máximo potencial reproductivo requieren de plantas compuestas. Una de las más importantes adaptaciones de la especie al ecosistema mediterráneo es la capacidad de aprovechar el pasto seco como recurso. En este sentido, es importante señalar que en ambientes mediterráneos la calidad del alimento es mayor en invierno, pero la abundancia es mayor en primavera.

Para minimizar el riesgo de depredación, el conejo de monte no suele desplazarse mucho para alimentarse. Estimaciones afirman que los radios de movimientos se sitúan en torno a los 300 m y los territorios de unas 2.5 hectáreas para ejemplares asentados, aunque esto depende mucho del tipo de hábitat y la presencia de depredadores.

El conejo de campo ha evolucionado mediante el desarrollo de dos sistemas para alimentarse con la máxima eficiencia, basados en el desarrollo de un sistema digestivo largo y complejo dotado de cuatro cámaras estomacales. La estrategia digestiva del conejo para aprovechar alimentos lignificados y poco digestibles es la cecotrofía que consiste en el doble paso de los alimentos a través del tubo digestivo. Así, básicamente lo que producen los conejos son dos tipos de excrementos: los de desecho, duros y compuestos por fibras vegetales sin digerir, y otros diferentes y más blandos, recubiertos de una película de micro-organismos y que son ricas en proteínas, ácidos grasos volátiles y minerales. Estos últimos excrementos vuelven a ser ingeridos por los conejos para realizar una segunda digestión de los mismos que les permite optimizar la extracción de nutrientes.

REPRODUCCIÓN

El conejo silvestre es una especie prolífica. Además, es una de las pocas especies de vertebrados en las que la hembra puede estar receptiva todo el año. El factor que determina la entrada en celo de las hembras es la alimentación. La alimentación, en cantidad y calidad de las proteínas que una hembra ingiere en su dieta influye y condicionan su capacidad para gestar. También la cantidad de agua que contiene el alimento afecta de manera directa a la capacidad de alimentar a sus gazapos con leche.

En este sentido, con proteínas escasas o de mala calidad, la hembra criará peor o no criará. Y sin agua, no tendrá la posibilidad de amamantar y perderá la camada. Asimismo, una mala alimentación durante el verano dificulta la entrada en celo y la gestación en otoño, además de disminuir el tamaño de la camada.

En consecuencia, el periodo reproductivo del conejo depende de la calidad y la abundancia del pasto. En líneas generales, la reproducción suele comprenderse entre los meses de noviembre y junio.

La vida media de los conejos suele ser muy corta. La esperanza media de vida se ha estimado en 1.2 años. Esto se ve compensado por su elevada capacidad reproductiva – de 3 a 6 gazapos nacidos – que adquieren la madurez sexual en pocos meses.

REFUGIO

El conejo silvestre está presente en una amplia variedad de medios, siendo el matorral mediterráneo el hábitat donde presenta mayores abundancias, especialmente si existen zonas cultivadas y el relieve es llano o medianamente ondulado.

Además de la cobertura arbustiva y de rocas que pueden existir de forma natural, los vivares cumplen un papel fundamental como refugios. Sobre todo, en aquellas zonas donde la cobertura arbustiva es escasa.

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Las madrigueras constituyen un elemento básico para el mantenimiento de las poblaciones y los conejos tienen una gran dependencia de las mismas, de las que no suelen alejarse demasiado. En el caso de los conejos jóvenes la dependencia de la madriguera es absoluta. El tamaño y complejidad del vivar condiciona también el número de conejos que alberga y el número de camadas.

Se ha observado que los conejos tienden a excavar y mantener vivares tanto más grandes cuanto más desprotegida esté la zona donde se ubican: en zonas protegidas por una buena cobertura de matorral, los conejos viven en vivares más pequeños y con menos galerías que en zonas descubiertas, como puede ser, por ejemplo, una dehesa.

Además, los vivares se ubican generalmente en zonas de transición o contacto entre formaciones de matorral y pastos o cultivos. Los mismos, pueden ser excavados en la sombra de árboles o matorrales de gran porte, aprovechando las raíces y los huecos entre éstas. En las zonas graníticas los conejos aprovechan los huecos entre las rocas para excavar vivares, otorgándoles una gran estabilidad y protección frente a posibles depredadores. En zonas agrícolas con poca cobertura de vegetación natural, aprovechan lindes, barbechos, riberas de ríos y taludes de grandes infraestructuras.

Alrededor del vivar y a poca distancia, también podemos encontrar gazaperas de cría en las que algunas hembras subordinadas crían a sus gazapos. Las mismas, constan de un túnel superficial de una sola cámara, que la hembra cubre cuando sale para alimentarse o defecar.

En última instancia, hay que señalar que algunas poblaciones viven fundamentalmente en la superficie, escondiéndose en la vegetación, pero sin vivares complejos. Esto es el caso, por ejemplo, de comarcas como los Montes de Toledo, Las Villuercas o la parte occidental de Sierra Morena.

ORGANIZACIÓN Y COMPORTAMIENTO

Por lo general, el conejo vive en madrigueras donde se albergan grupos sociales cuyo tamaño depende del tamaño de la madriguera. En cada grupo de conejos se establece una jerarquía social entre machos y hembras, y entre adultos y jóvenes. Los machos dominantes cubren a las hembras de mayor rango y las hembras de menor rango quedan relegadas a construir las cámaras de cría en las áreas menos protegidas de la madriguera, e incluso, fuera de la misma. El territorio está defendido principalmente por el macho dominante, si bien es cierto que todos los miembros del grupo participan en esta labor.

La actividad de los conejos está directamente influenciada por la estructura de la comunidad de predadores. En la Península es fundamentalmente bimodal, con picos de actividad en los crepúsculos y una moderada actividad nocturna. Por el contrario, en las zonas donde la especie ha sido introducida y existe un menor riesgo de depredación, no se observa un claro patrón de actividad.